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¿Cómo era correr el Rally Safari?

Aunque se espera con ansías su regreso al Campeonato Mundial de Rally tras 19 años, difícilmente la nueva versión podrá emular a su antecesor. Muchos recuerdan esa carrera plagada de peligros, con situaciones más propias del Dakar que de un tramo de WRC. Desde Entre Motores hablamos con pilotos y navegantes argentinos que estuvieron en las últimas tres ediciones válidas por el Mundial para que nos cuentan sus experiencias en el continente africano.

Cuesta imaginarse hoy una carrera del Campeonato Mundial de Rally en la que pilotos y navegantes puedan competir en remera, deban completar más de 1.000 kilómetros de pruebas especiales y en tramos no cerrados al tráfico, con equipos modificando sustancialmente sus vehículos con el objetivo de ganar en fiabilidad y resistencia (con tubos de protección o snorkel para la admisión), e incluso contando con un helicóptero que vigilaba todo desde el aire y les ayudaba a los protagonistas (con quienes tenían comunicación directa) a advertir los peligros y despejar la vida silvestre del camino, no sea cosa que se cruce una jirafa desprevenida... Bueno, aunque suene un tanto irreal, así era el denominado Rally Safari, probablemente la prueba más dura y exigente del WRC, toda una aventura tanto para los autos como para los equipos, que debían hacer frente a mil y una dificultades. Cualquier cosa podía suceder en la cita africana, incluso la más imprevisible.


Corría 1953 cuando se celebró por primera vez este evento, conocido como el Safari de Coronación de África Oriental en conmemoración a la ascensión de la reina Isabel II al trono de lo que por aquél entonces todavía era el Imperio Británico. En 1960 se renombró esta carrera como East African Safari Rally y, desde 1974, fue conocido simplemente como el Rally Safari. En sus inicios cruzó países como Kenia, Uganda y Tanzania, aunque el recorrido ha variado mucho con el paso de los años y en la actualidad se compite únicamente por Kenia. En la temporada de 1973 tuvo su estreno en el WRC, donde permaneció hasta 2002. Ahora, tras 19 años de estar fuera del calendario, el Rally Safari volverá a ser parte del Mundial (del 24 al 27/6) luego de su cancelación en 2020 debido a la pandemia.


Aunque se espera con ansías su regreso, difícilmente la nueva versión podrá emular a su antecesor. En especial porque en la actualidad existen altos estándares de seguridad por parte de la FIA. Y el reto no será similar si tenemos en cuenta que hace 35 años el rally contaba con un recorrido total de 5.035 kilómetros, mientras que en la actualidad una cita no puede pasar de los 350 kilómetros cronometrados por reglamento.


Desde Entre Motores decidimos saber un poco más cómo era correr en el Rally Safari. Y recurrimos a protagonistas (pilotos y navegantes) argentinos que estuvieron en las últimas tres ediciones en territorio africano: 2000, 2001 y 2002 dentro del Grupo de Producción (PWRC).


“Era un Safari; no era un rally. Por eso pienso que ahora no será lo mismo; ahora será el Rally de Kenia”, afirma Gabriel Raies, quien junto con su hermano Juan Pablo y el también cordobés Marcos Ligato encabezó la última comitiva de estas tierras por la cita africana en 2002. “En esa época era muy duro porque era en la selva, selva. Para los reconocimientos de ruta salíamos a las cinco de la mañana y volvíamos a las 12 de la noche; y teníamos que ir sí o sí en camioneta. Era una carrera que había que correrla un poco más rápida que un Dakar, pero con ese estilo. Yo no lo entendí para nada. Yo la corrí a los re pedos... Tal es así que si mal no recuerdo al primer tramo lo gané por un minuto y medio; pero no era la forma. En el siguiente parcial fui igual y nos fue bien, pero en el tercero no quedó nada, le saqué los amortiguadores”, recordó.


Su navegante en el Mitsubishi Lancer atendido por el equipo Top Run fue José María Volta, quien también tiene sus recuerdos de actuaciones en ese continente. “Fui en 2002 en un Grupo N, que fue la última que se corrió por el Mundial; y después disputé el Classic en 2013, 2015 y 2017, que era más como se corría anteriormente: carreras de nueve días, por caminos desastrosos… No tendrán mucho bueno para encontrar ahora respecto a caminos, pero cuando fui en el 2001 salíamos de Nairobi e íbamos para el Valle del Rift, por tramos duros. La carrera en sí eran todos tramos largos, con partes muy veloces, pisos muy rotos, muchos huecos, donde si llovía se armaban grandes lagunas. Era bien difícil. Si es como lo que conozco, la competencia tendrá rectas muy largas con piso más o menos o con piso desastroso. No hay término medio. Nunca corrí en África en un camino lindo”, sostuvo. Y por supuesto hay anécdotas de sobra: “Estábamos en un hotel como si fuese una reserva natural, al lado del lago Naivasha. Se comía en la parte central y después las habitaciones eran todas como bungalows donde para ir o venir nos acompañaba un guardia con un rifle porque estaba lleno de hipopótamos. Para moverse en esa pasarela necesitabas que te vengan a custodiar por lo peligroso que era. Ni hablar que a la mañana me levantaba, abría la ventana y tenía en el patio hipopótamos, jirafas, cebras… Una experiencia muy linda”.


“La carrera era muy especial porque en primer lugar el recce era libre, pero con mucha suerte le hacías una pasada o una pasada y media a todos los tramos. Nos íbamos a las cuatro de la mañana del hotel como muy tarde porque había que estar temprano en la largada para aprovechar el día. Los especiales eran largos y te podía pasar de todo sinceramente”, explicó Rubén García, quien acompañó a Ligato en 2001 (escoltó a Gabriel Pozzo, consiguiendo el 1-2 del Córdoba Rally Team) y 2002 (abandono). “Me llamó mucho la atención que los oficiales no largaban el tramo si no tenían el helicóptero encima porque se te podían cruzar autos, animales… Largaba el WRC con el helicóptero encima y era un contraste muy grande entre todos esos millones de dólares y los niños Massai mirando pasar los autos. Eso me quedó grabado: el contraste entre los millones del auto de carrera más el helicóptero arriba con la pobreza de los Massai, que vivían el Safari como una fiesta”, agregó. “Una experiencia única… Recuerdo cuando abandonó Richard Burns en 2002 que se quedó encajado en el guadal, en el mismo parque de asistencia, sin poder salir. Y nosotros abandonamos ese domingo cerca del final y cuando estábamos ganando. Fue muy triste ese abandono porque nos habíamos esforzado muchísimo para ganarla. Y un año antes paramos en el último tramo para que gane Gabriel (Pozzo); había órdenes del equipo porque él tenía más chances de ser campeón”, cerró García.


Y si de experiencias positivas hablamos, Claudio Menzi tiene el mejor de los recuerdos. Es que, en su debut mundialista, “El Mariscal” venció en la edición 2000 con el Mitsubishi del Córdoba Rally Team (el tucumano Roberto Sánchez completó el 1-2 sudamericano). “Ahora la carrera será muy acotada; 300 kilómetros es lo que hacíamos antes en una etapa… Había tramos de 120 kms. Era una cita especial, muy distinta al resto de las del calendario. Había que encararla de una manera bastante más tranquila; y más nosotros teniendo autos del Grupo N que no son tan robustos como un World Rally Car. Sabíamos eso de antemano por haber hablado mucho con Jorge Recalde, quien la había disputado muchas veces y la tenía muy clara. Él nos hacía hincapié en tratar de encontrar el ritmo, en la regularidad. En mi caso, traté de buscar ese camino y por suerte encontré el ritmo apropiado para correr. Ir a un ritmo veloz, pero con un margen como para cuidar el auto”, contó el cordobés. Y añadió: “La hoja no era tan fina como la de un tramo normal, aunque tratabas de anotar la mayor cantidad de referencias posibles. Creo que el secreto estaba en tratar de buscar el ritmo ideal y una vez que lo encontrabas seguir así. Recuerdo que haciendo la hoja de ruta con Edgardo Galíndo pinchamos un neumático así que nos bajamos a cambiarlo y cuando nos dimos vuelta había varios de los originarios de la zona, los indios Massai, que ya estaban acostumbrados a ver la carrera porque la verdad que estaban muy pacíficos, se acercaron y miraron amablemente. Tiene esa particularidad la carrera… de los animales, de ver muchas jirafas, cebras, elefantes; una carrera increíble”.

Seguramente la edición de 2021 será diferente y no tan desafiante, un evento no tan plagado de peligros y con menos de esas situaciones más propias del Dakar que de un tramo de WRC. Aunque tampoco faltará algo de todo eso que hizo bien especial a esta prueba. Una vez que se confirmó el regreso a la órbita del WRC, el reto para los organizadores estuvo claro: hacer una carrera con la configuración y formatos actuales que haga honor a la pesada responsabilidad de llevar el nombre del Rally Safari. Fotos: McKlein, Skoda, Córdoba Rally Team, Rubén García y ewrc-results

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